En Rumanía hay más de 200 instituciones de protección infantil con unas decenas de miles de niños, adolescentes y jóvenes que no tienen nada y a nadie.
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En Rumanía hay más de 200 instituciones de protección infantil con unas decenas de miles de niños, adolescentes y jóvenes que no tienen nada y a nadie. Anualmente se gastan millones de euros para la financiación de estos centros, y las adopciones pueden durar años. Muchos niños han llegado a los centros a causa de la política demográfica del período comunista, mientras que otros fueron abandonados en las maternidades o fueron encontrados en la calle. Cuando salen de los centros, para muchos empieza la caída, porque no tienen ninguna dirección en la vida. Otros han continuado su camino y han lanzado un reto inesperado para la sociedad rumana. Han creado la Asociación de los Adultos de los Orfanatos - Federeii (el apodo despreciativo de los niños que vivían en los orfanatos durante el período comunista), para pedir la investigación de los abusos en los antiguos orfanatos durante los últimos 50 años. El presidente de la asociación es Daniel Rucăreanu, quien ha vivido en dos orfanatos, pero ha sobrevivido el sistema. Tiene 37 años de edad, se ha graduado de la universidad y desea ayudar a los niños abandonados:
"Considero que el número de personas que han vivido en estas instituciones es muy elevado y no tienen una voz que las represente. Tenemos varios objetivos. El primero es la recuperación de la memoria de las instituciones de acogida. Hasta ahora no ha existido una decisión de crear un museo de las instituciones de acogida, de publicar libros con las historias de las personas que han pasado por una experiencia de este tipo. Asimismo, deseamos crear una red de adultos que han vivido en instituciones de acogida, para que colaboren con las autoridades públicas responsables de la protección de los niños separados de sus padres."
La institucionalización tiene efectos desastrosos, según recuerda Daniel Rucăreanu:
"No es nada fácil vivir en una institución de este tipo. Sobre todo porque todos aquellos que llegaban allí entraban con un fuerte trauma causado por el abandono, por la separación de su familia. Con el tiempo, empezaban otros traumas: la falta de cariño, los traumas de la institucionalización, que son también muy agobiantes y que muchos no consiguen superar. Viví 7 años en dos instituciones de este tipo: una de ellas en Ploieşti y la otra en Buşteni. Tuve suerte porque, cuando tenía 8 o 9 años, conocí a una familia de Buftea, unos ancianos que me cogieron cariño y me apoyaron en la vida. No me adoptaron. Me llevaban a vivir con ellos durante las vacaciones y así conseguí escaparme de la institución, y también del fracaso en la vida. Muy pocos de estos niños consiguen graduarse en el instituto y después de la facultad. Aproximadamente un 2 o 3% de ellos. Sólo conocí a mi madre. Nunca a mi padre. Fui víctima de los abusos en el ámbito familiar. Antes de llegar a una institución de acogida, había vivido en la calle durante mucho tiempo."
Según los objetivos mencionados en la Estrategia de los derechos de los niños para el período 2014-2020, Rumanía tiene que cerrar sus antiguos centros de acogida y encontrar soluciones para reintegrar a los niños a la familia. La Fundación Hope and Homes for Children Romania (HHC) está en Rumanía desde el año 2000 y sigue dando esperanza a los niños más tristes del mundo - huérfanos, abandonados y vulnerables - ayudándoles a crecer en una familia, teniendo la seguridad del hogar. He aquí la declaración de Otto Sestak, administrador de los programas de formación de la Fundación Hope and Homes for Children Romania:
"Después de la revolución, tanto la comunidad rumana, como la comunidad internacional empezaron a ver la dimensión del problema de los niños institucionalizados y la terrible situación en la que vivían. Se publicaron las primeras imágenes en reportajes televisivos. La reforma del sistema de servicios para los niños que ya no viven con sus padres empezó en Rumanía en 1996. La reforma es más compleja que sustituir a las antiguas instituciones por las casas de tipo familiar. De hecho, se trata de cambiar el paradigma de los servicios sociales, cambiar el tipo de oferta disponible para los niños. ¿Qué pasaba antes? Antes, para cualquier situación de riesgo, para cualquier problema que ocurría con el niño, con los padres en la familia, la solución disponible y que ofrecían las autoridades era separar al niño de su familia y enviarlo a un centro de acogida. Mucha gente pensaba que los más de 100.000 niños de Rumanía que estaban en las instituciones a principios de los años 2000 eran huérfanos. En realidad, un 80-90% de los niños que estaban en aquellas instituciones tenían padres. No eran huérfanos. Pero, en aquel momento, no existía una solución coherente para que ellos se quedaran con su familia."
A partir del año 2000, desde que la Fundación HHC trabaja en Rumanía, más de 6.000 niños han sido sacados de las instituciones, 21.000 niños han sido salvados del abandono, y 47 instituciones se han cerrado para siempre. En total, 30.000 niños tienen ahora una vida mejor: algunos han sido ayudados a reintegrarse en sus familias naturales o han sido enviados a familias de asistentes maternales, y para otros se han construido casas de tipo familiar. Nuevamente ante el micrófono Otto Sestak:
"Creemos que cada niño merece una casa y una familia. Nosotros deseamos ofrecer esto a cada niño, no queremos construir casas de tipo familiar, porque entonces no cambiamos esencialmente el tipo de cuidado. Deseamos acercar a los niños a las familias y a un ámbito de tipo familiar. Esto es lo que haremos cerrando las antiguas instituciones y desarrollando después servicios vinculados en la comunidad y orientados hacia el apoyo familiar. Es verdad, parte de nuestra actividad representa también la construcción de casas de tipo familiar. Ellas representan una alternativa temporal para los niños que ya no pueden regresar a una familia. Por otro lado, son niños con una familia inadecuada, tóxica. Son familias que están abusando de los niños. Son niños que necesitan atención especializada durante mucho tiempo. Entonces, para ellos es útil tener una serie de pequeños servicios de residencia. Estos servicios están pensados como una solución temporal, y están orientados a solucionar un problema, para que el niño pueda regresar a su familia natural o a una familia que lo cuide."
La Fundación HHC se ha implicado también en la integración social de los jóvenes que salen del sistema de protección. Hasta ahora, la fundación ha ayudado a 456 jóvenes a encontrar su camino en la vida.
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